Huyes despavorido
de la tristeza.
Cerrando las
puertas tras de ti.
Creas barricadas
inamovibles.
Da igual
cuántas puertas consiga abrir.
Levantas otras.
Siempre a
puertas entre nosotros.
Dormimos con
puertas en la cama.
Amanecemos con
puertas en el día.
El ‘buen día’
tiene una puerta entre cada palabra.
Huyes despavorido
de mi tristeza.
La que me
crece sin querer en un musgo latente.
De dentro.
La que me
encuentro por la calle.
La que me
devuelve cada puerta cerrada.
Puerta cerrada:
antes de abrir, recoja su tristeza.
XXV
Hay días
como hoy en los que amanezco
sin
encontrar consuelo a la tristeza.
Me tumbo en
la tierra del huerto
y me
abandono a ella.
Me abandono
al aire, a los pájaros,
a las
hormigas.
Ojalá me
transportasen a un sitio dentro,
me
desaparecieran.
Quiero
llorar pero no me sale hacerlo.
No me
valieron las tácticas de Benedetti.
No supe hacerlas.
No alcancé
ninguna estrategia.
Tú no me
necesitas.
En tu mundo,
tú no me necesitas.
XXVI
La casa de
la playa, mi casa,
me pesa como
una losa.
Pasan los
pasos perdidos
por encima
del pecho,
las ruedas
estirando el tiempo.
¿Qué hago
aquí?
Nada. Aquí no
hago nada.
No puedo
respirar en esta casa, mi casa,
en la que tú
decidiste, me imaginaste, exiliada.
¿Cuántas
veces?
Mi retiro de
ti.
Dónde tú
querías que me quedara.
Me sobra la
casa, mi casa.
Necesito despegármela
de la piel.
Nada. Aquí
no hago hoy nada.
Solo ahogarme
más.
XXVII
Aquí sigo.
XXVIII
Hoy subí la
lámpara de sal y la saqué de su caja.
La puse en
la mesita de la entrada,
al lado de
las rosas secas.
Se la nota
incómoda.
Yo también
lo estoy.
Le busco un sitio y no lo encuentro.
Ya no está
la cómoda de los cajones
donde se
guardan los pañuelos de los viajes.
Ya no llora
el ángel de Caravaggio
en la
portada del libro apoyado.
Sé que cuando
la encienda
se deshará
en agua y cristales.
Como yo.
XXIX
He regado
las plantas,
he sacado
una pintura africana de colores,
la caja de
la costura.
Cambié una
foto de sitio.
Lavé unas
sábanas.
Puse unos
libros sobre la alfombra
y me eché un
rato
sobre el
cojín de noche estrellada.
Escribo ahora.
Sin zapatos.
Dentro de un
rato,
cuando llegue la noche, también al día,
encenderé las velas.
encenderé las velas.
Faro (E. Hopper)